Según la OMS , las vacunas infantiles salvan la vida de cuatro millones de niños al año al proveer protección contra enfermedades como la difteria, sarampión, neumonía, rotavirus, rubéola, tétanos y polio.
Existen datos contundentes acerca de la importancia de las vacunas para la salud. Según la OMS , las vacunas infantiles salvan la vida de cuatro millones de niños al año al proveer protección contra enfermedades como la difteria, sarampión, neumonía, rotavirus, rubéola, tétanos y polio.
Sin embargo, el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles por vacunación en América alcanzó, en 2023, su nivel más alto en 30 años.
Las vacunas pueden considerarse – junto con la potabilización de agua – la medida de prevención que más beneficios ha aportado a la humanidad al ayudar a proteger a los niños contra enfermedades que pueden ocasionar graves daños o la muerte, sobre todo en personas con sistemas inmunitarios en desarrollo, como los bebés. Al estimular las defensas naturales del organismo, lo preparan para combatir enfermedades de manera más rápida y efectiva.
Previo al nacimiento, los bebés toman de la placenta las defensas necesarias para protegerse frente a posibles infecciones durante las primeras semanas de vida. Pero esa protección se pierde en poco tiempo y en función del microorganismo del que se trate. Así, mientras que, en enfermedades infecciosas como la tos ferina, la inmunidad transmitida por la madre se mantiene apenas unas pocas semanas, en otros casos, como el del sarampión, puede prolongarse hasta seis meses o un año, según los niños.
Este hecho determina dos cosas muy importantes: la necesidad de vacunar al niño para protegerlo frente a las enfermedades conocidas y el momento en que debe ser vacunado para mantener su inmunidad frente a ellas
En abril del pasado año; el doctor Jarbas Barbosa, Director de la Organización Panamericana de la Salud (OPS), instó a los países de América a intensificar urgentemente los esfuerzos de vacunación de rutina, dado que el riesgo de brotes de enfermedades prevenibles con vacunas en la región alcanzó su nivel más alto en 30 años.
Actualmente, la Región de América es la segunda del mundo con peor cobertura vacunal. Más del 50% de los niños que nunca han recibido una vacuna en la región se encuentran en Brasil y México.
En Europa, por su parte, la tendencia a no vacunar a los menores ha provocado un aumento en el número de casos de enfermedades que ya habían sido erradicadas, como el sarampión.
Un estudio publicado en Lancet Infectious Diseases concluyó que en el primer año de la inoculación en la pandemia, las inyecciones salvaron la vida de 19,1 a 20,4 millones de personas. Sin ellas, aproximadamente el triple habrían muerto sólo en 2021, apunta el estudio. De esas muertes evitadas, el 78,2% se debieron a los efectos directos de la vacuna. El resto a los efectos indirectos como la reducción de la transmisión de enfermedades y un menor colapso de los hospitales.
La investigación de las vacunas, como cualquier fármaco, parten de un marco estratégico, siguen con la identificación de un objetivo y de su análisis con animales en el laboratorio, pasos que se desarrolla en la etapa preclínica. Si los resultados son favorables, es imprescindible avanzar al desarrollo clínico para validarlos en seres humanos.
Todas las vacunas autorizadas son sometidas a pruebas rigurosas a lo largo de las distintas fases de los ensayos clínicos, y siguen siendo evaluadas con regularidad tras su comercialización. Además, los científicos hacen un seguimiento constante de la información procedente de diversas fuentes en busca de indicios de que causen efectos adversos.
Es mucho más probable padecer lesiones graves por una enfermedad prevenible mediante vacunación que por una vacuna. Por ejemplo, el tétanos puede ocasionar dolores muy intensos, espasmos musculares (por ejemplo, de músculos que se utilizan para masticar) y coágulos sanguíneos, mientras que sarampión puede inflamar el encéfalo (encefalitis) y causar ceguera.
Muchas enfermedades prevenibles mediante vacunación nos pueden matar. Los beneficios de la vacunación superan con creces los riesgos a los que exponen, y sin vacunas habría muchos más casos de enfermedades y de defunciones.
Vacunarse- o no hacerlo- no se trata solo de una decisión de índole personal o familiar sino que se trata de una responsabilidad frente a la sociedad ya que puede suponer el retorno de enfermedades ya olvidadas en muchos países.
Hoy- como siempre y más que nunca- Vacunar es proteger.
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